Las aplicaciones de la robótica en la industria automotriz responden al objetivo de mejorar la productividad, la rentabilidad y la flexibilidad productiva en un sector tan costoso como el de la automoción y los subcontratistas, donde cada minuto es oro.
Algunas de las aplicaciones de la robótica más habituales para el sector son el montaje, el control de calidad y la alimentación de máquinas.
La automatización flexible de estos procesos es clave para la competitividad de una industria estratégica para el progreso económico de España. De acuerdo con las cifras que baraja la Asociación Española de Proveedores de Automoción, nuestro país alberga 17 factorías de fabricación de vehículos y más de 1.000 empresas fabricantes de equipos y componentes que, en su conjunto, dan trabajo a cerca de 365.000 personas, sin contar los puestos de trabajo indirectos.
Que este motor económico siga siendo competitivo depende de su capacidad tecnológica y de capacitación para acoger proyectos globales de acuerdo con las tendencias que afronta el sector de la automoción. Hablamos, por ejemplo, de la movilidad híbrida y eléctrica, la conectividad, la digitalización o los nuevos modelos de negocio basados en el car as a service.
En este contexto de transición, ¿por qué las aplicaciones de la robótica colaborativa están apuntalando la competitividad del sector, tanto a nivel de grandes fabricantes de autos como de manufacturas pequeñas y medianas? A modo orientativo, podemos destacar cuatro motivos: