Las “tres D”, que pueden traducirse al castellano como tareas sucias, aburridas y peligrosas, están relacionadas con el tipo de tareas en las que un robot es más beneficioso que un ser humano. Es evidente que un robot colaborativo siempre realizará las tareas más aburridas y repetitivas de forma más eficiente y rápida que una persona. Para una persona no es nada motivante tener que empaquetar periódicos de forma mecánica o soldar siempre la misma pieza en una cadena de montaje.
Ahora bien, ¿cuáles son los trabajos “sucios y peligrosos”? Son aquellas labores que se realizan en entornos sucios o malolientes y que muchas veces fuerzan al empleado a tener que hacer una parada para limpiarse. Trabajos difíciles y frecuentemente desmotivantes para los empleados. Algunos de ellos, además de sucios, son peligrosos como por ejemplo los trabajos en los que se manipulan productos químicos o con herramientas complejas como un soldador de plasma.
La robótica colaborativa se emplea principalmente con el objetivo de reducir el riesgo para las personas, evitando que realicen tareas peligrosas y garantizando así su seguridad. El objetivo principal de la robótica colaborativa no es simplemente aumentar el rendimiento y reducir los costes. Los cobots están ideados para colaborar con las personas y evitarles riegos.
Todos estos factores son realmente importantes a la hora de prever la integración de la robótica en nuestra PYME. Los robots colaborativos son los únicos capaces de conciliar aspectos prácticos, económicos y de seguridad.
Uno de los casos en los que se ha realizado este proceso es en Dallas (EEUU), en la compañía Aircraft Tooling, donde se automatizaron tareas que podrían calificarse como sucias, aburridas y peligrosas. Esta compañía instaló un cobot UR10 para procesos de pulverización térmica de tipo plasma.