Hace cinco años, la ingeniería navarra Largoiko abrió un área de negocio para la instalación de células robotizadas de paletizado y despaletizado para artes gráficas. Esta alta especialización ha proyectado a esta ingeniería a nivel internacional. Más allá de España, realiza proyectos en Portugal, Serbia, República Checa o incluso China. Javier Urriza, responsable de desarrollo de negocio en Europa de Largoiko, nos explica cómo la compañía, fundada en 1998, está expandiéndose hacia otro sector con alto potencial: el del packaging.
- ¿En qué momento os interesasteis por la robótica colaborativa?
- Trabajamos con la mayor cantidad posible de herramientas y tecnologías de automatización, entre ellas la robótica. Hace cuatro años empezamos a trabajar con cobots para el sector automoción, y el año pasado adaptamos nuestra área de negocio para artes gráficas a una solución colaborativa que está teniendo mucha demanda.
- ¿De qué solución se trata?
- Se llama Co-Pal. En el sector de las artes gráficas, sobre todo en offset, los procesos de fabricación del libro que van desde la impresión del papel hasta la obtención del libro encuadernado no se hacen en línea. Me refiero al plegado, el cosido, la grapa, el encolado, la encuadernación… A la salida de cada una de estas líneas, se paletiza el producto y después se despaletiza para la siguiente línea. Por tanto, se efectúan muchos de estos procesos durante el día. Además, los productos no suelen ser uniformes y presentan una gran variedad de modelos, gramajes, papeles, alturas y vicios en los lomos. Ahí es donde entra en juego el know how de Largoiko en artes gráficas, que nos ha permitido desarrollar soluciones robotizadas, así como un software de control, enfocados al sector. El resultado está siendo muy satisfactorio y nos gustaría expandirlo hacia el packaging, ya que guarda mucha relación.
- ¿Por qué no se trabaja de manera lineal en artes gráficas?
- Generalmente por las diferentes velocidades de trabajo de las máquinas y la complejidad en la preparación de los cambios de modelo a producir en las mismas. Por ejemplo, la línea de encuadernación es mucho más rápida que la de cosido. Eso hace que normalmente se necesiten dos o tres líneas de cosido para atender la producción de una sola línea de encuadernación. En cambio, en la impresión digital sí que se suele trabajar en línea.
- ¿Qué aporta la introducción de un cobot en estos procesos de paletizado y despaletizado continuos?
- Las empresas de artes gráficas suelen ubicarse en naves antiguas con problemas de espacio. Son naves vivas en las que hoy puede haber una línea de cosido y mañana se puede sumar una nueva. Por eso los fabricantes son reticentes a instalar robots industriales fijos. En cambio, el robot colaborativo es más versátil y menos invasivo: puedes utilizarlo en una línea de grapa y luego paletizando cajas.
- ¿Por qué es un paso natural que vuestras soluciones se extiendan desde el sector de las artes gráficas hacia el packaging?
- Muchas empresas de artes gráficas han complementado su actividad con el packaging o incluso se han volcado del todo en este sector. Además, el paletizado y el despaletizado de libros plantea una gran complejidad, y la experiencia que nos ha aportado este ámbito hace que sea sencillo desarrollar soluciones para packaging. Estamos trabajando en varios proyectos en esta línea que pronto verán la luz.
- ¿Cuándo consideras que es un buen momento para integrar la robótica colaborativa en una empresa?
- Tenemos clientes que están creciendo mucho y rápido. Una vez se estabilizan y tienen las líneas de producción funcionando de manera óptima, el siguiente paso es optimizar los recursos, aumentar la productividad y reducir costes. Con las soluciones robotizadas, les ayudamos a ser más competitivos. En cuanto al momento idóneo para integrar cobots, normalmente es ya, siempre y cuando la empresa reciba un retorno de la inversión rápido.
- ¿Cuál suele ser el retorno de la inversión?
- La media está entre uno y dos años. Hay casos en que es muy rápido, porque se reduce el personal en tareas repetitivas, con problemas ergonómicos y con bajo valor añadido. Además, vemos un aumento de la productividad. El técnico está centrado en que la máquina trabaje correctamente, y la línea sufre menos paradas.
- ¿Cuáles son las aplicaciones más comunes en las que habéis trabajado para el sector del packaging?
- El proceso más claro es el paletizado. Cuando la empresa se familiariza con este tipo de soluciones, es habitual que pida acceso a otros procesos como la introducción del producto en la caja, la unión de líneas…
- ¿Qué tendencias observas en la aplicación de la robótica colaborativa en packaging?
- La tendencia es automatizar todos los procesos repetitivos. También trabajamos con soluciones muy compactas y fáciles de mover, y cada vez veremos más robots colaborativos móviles e inteligentes, capaces de hacer diversas tareas en función de la necesidad.
- ¿Puedes describirnos un caso de éxito impulsado por vuestra empresa que muestre el potencial de la robótica colaborativa en artes gráficas?
- Tenemos un cliente de Valladolid que tenía un cuello de botella en la fabricación de libros: el de las plegadoras de papel. La empresa decidió instalar una máquina intermedia que consiste en unos apiladores tras cuya salida interviene nuestra solución colaborativa. Empezamos con dos instalaciones de paletizadores Co-Pal. Fue tan claro el aumento de la producción generado y la calidad de los palés, que al cabo de tres meses nos solicitaron dos cobots más. De este modo, estamos paletizando con producción alterna las cuatro líneas de plegado de doble producción. Hay dos productos distintos en cada línea, así que el cobot los empaca y los desplaza al pallet correspondiente. Así estamos paletizando ocho productos de manera automatizada.
- ¿Habéis cuantificado el aumento de la productividad que suponen vuestras instalaciones colaborativas?
- El incremento es de entre un 15 y un 30%, porque un humano no es capaz de paletizar productos cada seis segundos a la salida de una línea de encuadernación, con pesos de unos 15 kilos y durante más de media hora. El cobot lo puede hacer de manera autónoma y durante 24 horas mientras los empleados se centran en el funcionamiento de las líneas y la calidad del producto.
Nuestra solución colaborativa gestiona un paquete cada 14 segundos. Es decir, más de 250 por hora. Puede llegar a alcanzar más de 36.000 Kg de papel manipulados al día.
- ¿Cómo podemos asegurarnos de que un proyecto con robótica colaborativa es viable?
- El primer paso es analizar si va a aportar una reducción de costes y/o un aumento de la producción. También debemos evaluar si es viable técnicamente y si va a provocar algún cambio en la producción. Intentamos que la solución abarque, si no toda, al menos el 80% de la producción. En cuanto a la propuesta económica, tiene que ofrecer un ROI inferior a tres años para empresas que trabajan a dos turnos o más.
- ¿Cuál es vuestro valor añadido como ingeniería de robótica colaborativa?
- Nuestros 25 años de trayectoria en el sector de la automatización nos aportan experiencia en diversas tecnologías que nos permiten ofrecer distintos tipos de soluciones. Además, contamos con nuestro propio taller de mecanizado, con el que podemos atender cualquier necesidad de I+D o de asistencia técnica, y reponer cualquier pieza o garra en cuestión de minutos. Nuestros clientes también valoran nuestro conocimiento del sector artes gráficas y del packaging.
- Completa la frase: en 2030 la robótica colaborativa…
- … No solo será colaborativa, sino móvil, adaptada a distintos tipos de labores y totalmente integrada en el día a día de las empresas.