Entrevista a Jabier Patiño, Sales Manager de M&C Aplicaciones
La situación de pandemia ha acelerado la digitalización de todo tipo de procesos en la industria. Incluso la integración de aplicaciones de robótica colaborativa puede tener un alto componente digital a través de simuladores que permiten hacer pruebas y acortar el tiempo de puesta en marcha. Hablamos de las fábricas digitales y de las oportunidades de la automatización colaborativa con Jabier Patiño, Sales Manager de la ingeniería vasca M&C Aplicaciones, integrador certificado de Universal Robots.
- ¿Quién es M&C Aplicaciones?
- Motion and Control Aplicaciones es una ingeniería surgida de Ingebit, una empresa con veinte años de trayectoria en el campo de los PLC, los sistemas SCADA y la automatización de plantas industriales. Con el tiempo empezó a hacer proyectos que incluían movilidad y visión artificial, por lo que hace cuatro años decidió crear una empresa específica para esta clase de aplicaciones: Motion and Control.
- De la mano de vuestros clientes, estáis presentes en 16 países de todo el mundo. ¿Las pymes españolas están preparadas para exportar su know how tecnológico?
- Trabajamos con ingenierías que tienen un conocimiento muy bueno acerca de procesos específicos y lo están exportando a todo el mundo. Me refiero a ámbitos como acería, aluminio y automóvil.
- Formáis parte del programa de integradores certificados de Universal Robots. ¿Qué significa eso para vosotros?
- Es un paso importante. Ya éramos integradores oficiales de Siemens, y queríamos llegar al punto de diferenciarnos caminando al lado de marcas punteras. Es un orgullo ser el único integrador oficial en Vizcaya de la marca de cobots líder a nivel mundial.
- ¿Por qué decidisteis especializaros en robótica colaborativa?
- Fue una apuesta de futuro. Los cobots eran algo nuevo y representaban un reto para nosotros. Pensamos que se implementarían cada vez más en las empresas de nuestra zona. Hemos hecho lo mismo con Siemens: nos hemos arriesgado a introducir en nuestra zona los nuevos productos que la compañía ha lanzado a nivel europeo.
- ¿De qué proyecto relacionado con la robótica colaborativa estás más orgulloso?
- Tenemos un proyecto que asocia la visión artificial para la recogida de piezas, la colocación de tornillos y su atornillado en unas condiciones con poca iluminación, donde varía la luz solar y hay una gran variedad de productos y piezas.
- El sector con el que trabajáis con mayor intensidad es el químico y farmacéutico. ¿Por qué os habéis desenvuelto con tanta fuerza en esta industria?
- Ingebit viene de ese sector, por eso históricamente hemos tenido más presencia en este ámbito.
- ¿Cómo mejorar la competitividad en la industria farmacéutica con la robótica?
- Tanto para las pymes farmacéuticas como para las del metal y el plástico, la robótica parece una inversión importante, pero te sitúa en un punto de ventaja competitiva respecto a otras empresas no solo de aquí, sino de cualquier lugar.
Anteriormente tu competencia era el vecino: sabías cómo iba mejorando y te podías amoldar. Ahora la competencia está en otros países y no solo puede contar con mano de obra más barata, sino también con robótica colaborativa. Si las compañías locales no adoptan estos avances, no serán competitivas y empezarán a perder volumen.
Otro problema que estamos comprobando es que la mano de obra no es fácil de encontrar en los mercados en los que nos movemos. Poca gente quiere trabajar en ambientes que no sean de oficina. Los robots colaborativos se sitúan en zonas donde hay problemas ergonómicos y no necesitan formación.
En uno de los proyectos en los que trabajamos, nuestro cliente tenía el problema de que su máquina de cortes acumulaba la producción en el punto de salida y, una vez lleno, no podía seguir trabajando. Eso paraba la producción durante la noche, cuando no había operarios. En cambio, el cobot puede extraer las piezas para que la máquina continúe trabajando.
“La robótica te sitúa en un punto de ventaja competitiva respecto a otras empresas no solo de aquí, sino de cualquier lugar”.
- Entonces, ¿la robótica colaborativa puede revitalizar la producción local?
- Efectivamente. Los clientes finales ya no piden tiradas grandes de piezas con las que puedas asegurar la producción cuatro o cinco años. Ahora los pedidos duran unos pocos meses. Lo que permite la robótica colaborativa es adaptar el cobot a las necesidades de producción cambiantes. En definitiva, permite producir con más flexibilidad y más barato. Si las empresas no apuestan por este tipo de tecnologías, no solo se perderán puestos de trabajo, sino que tendrán que cerrar. Al contrario, la automatización te hace ser más competitivo y conseguir un mayor volumen de producción.
- Otro sector destacado para vosotros es el de las bodegas, un ámbito clave y distintivo para España.
- En el ámbito de las bodegas nos dedicamos sobre todo al control de las temperaturas, que hasta hace poco se hacía de forma manual. Ahora el personal de la bodega puede ver en cualquier momento y desde el móvil cómo están las temperaturas y cómo evoluciona el vino, le pueden llegar alarmas, etc.
- Como ingeniería habéis apostado notablemente por los simuladores avanzados para diseñar vuestras instalaciones. ¿Qué ventajas os aporta esta virtualización?
- La digitalización ya era algo que teníamos en mente, pero la COVID-19 aceleró el proceso. Durante la pandemia nos encontramos con que la única forma de llevar a cabo un proyecto era de forma digital, ya que no podíamos acceder a la planta. Así que lo hicimos prácticamente desde casa: teníamos un simulador digital del robot y una pantalla física. La ventaja principal de ello es que estás probando lo que va a ocurrir en la planta. Por ejemplo, desde el punto de vista mecánico, estás viendo si las cosas golpean o no golpean. Así evitas daños en las piezas que pueden retrasar la puesta en marcha y también provocar riesgos para las personas. También puedes ir contrastando con el cliente si el proyecto avanza por la buena línea o probar modificaciones sobre la simulación en 3D. El resultado es que llegas a una puesta en marcha sin incertidumbres, que supondrían un retraso y costes añadidos.
Ya estamos viendo en las grandes factorías automovilísticas como todo se trabaja primero en las fábricas digitales. La simulación es un espejo de la fábrica real.
- El caso que presentasteis en el ebook “Descubriendo a los integradores de Universal Robots” demuestra que la implicación del cliente en la integración de un cobot está llena de beneficios.
- Somos muy flexibles con nuestros clientes. En este caso, era una empresa del sector metal que quería encargarse de la parte mecánica de la instalación.
En esta aplicación había que coger una pieza y colocarla en una máquina que ya existía. El cliente conocía bien tanto la pieza como la máquina. Si hubiéramos tenido que hacerlo todo nosotros llave en mano, tendríamos que haber entendido la máquina y diseñar las garras. Esto supone una comunicación y por el camino se pueden perder detalles que son importantes para la puesta en marcha final.
- ¿Cuándo es recomendable esta implicación del cliente, y cuando es preferible que la ingeniería asuma todo el protagonismo?
- Depende de cada empresa. Hay veces en las que el día a día de producción no deja tiempo al cliente para implicarse como le gustaría y opta por el llave en mano.
“Anteriormente tu competencia era el vecino: sabías cómo iba mejorando y te podías amoldar. Ahora la competencia está en otros países y no solo puede contar con mano de obra más barata, sino también con robótica colaborativa”
- ¿Cómo conseguisteis completar la puesta en marcha en solo dos días?
- La clave fue tenerlo todo programado y probado previamente: los robots, las salidas, las entradas, las pantallas, los sistemas... En el día y medio que duró la puesta en marcha nos dedicamos a mejorar, optimizar los movimientos y reducir los tiempos de ciclo.
- ¿Recuerdas alguna anécdota curiosa del proyecto?
- Recuerdo que una chica que trabajaba en la máquina quería estar siempre activa. Antes tenía que estarse ocho horas suministrando piezas a una sola máquina. En nuestra instalación, cada robot tiene un cargador, así que la chica podía poner en él las pilas de piezas y luego atender ya al otro robot. Podía asumir más trabajo y dedicarse a más máquinas. Recuerdo que bautizó a los dos cobots: a uno le puso Handy, inspirándose en el nombre de la garra de Robotiq, y a otro Candy.
“En el día y medio que duró la puesta en marcha nos dedicamos a mejorar, optimizar los movimientos y reducir los tiempos de ciclo”
- ¿Qué desafíos tiene por delante M&C Aplicaciones para el próximo año?
- Nuestro desafío principal será concienciar a las empresas locales de la importancia de apostar por las tecnologías con las que trabajamos. Las compañías pequeñas todavía se lo piensan mucho, pero creo que la implantación de la robótica se incrementará a medida que las empresas la vean en casa del vecino.
La contraportada
8 preguntas "out of the box"
A los robots.