Por primera vez, en 2020 la electrónica fue la industria que encabezó la instalación de robots a nivel mundial, por delante incluso del sector automotriz. Según el informe World Robotics 2021 de la Federación Internacional de Robótica, se instalaron 109.000 unidades en esta área de actividad. ¿Por qué cada vez más compañías apuestan por proyectos de electrónica y robótica? Intentaremos desgranarlo en el siguiente artículo.
Empecemos por poner en contexto la industria electrónica. Según Bloomberg, en 2021 ocho de las diez empresas del mundo más valiosas en el mercado bursátil pertenecían al sector tecnológico. Parece increíble que para encontrar la línea de salida de este magno sector solo tengamos que viajar en el tiempo poco más de un siglo, cuando se inventó la válvula de vacío, que permitía y evitaba que la corriente pasara.
Nos preceden décadas de transistores, computadores, circuitos integrados y microprocesadores. Y mientras poco a poco vamos dejando atrás el mundo analógico, los chips semiconductores se están erigiendo como el componente esencial de muchos de los dispositivos que utilizamos en el día a día, desde móviles y ordenadores hasta electrodomésticos y coches.
Precisamente, la escasez de componentes electrónicos desencadenado por la COVID-19 y el desajuste entre la oferta y la demanda de chips ha evidenciado más que nunca que la electrónica debe ser una industria estratégica para Europa. Los países europeos tienen que ser capaces de mejorar su capacidad para producir dispositivos electrónicos y evitar problemas de suministro en el futuro. Por ello, los proyectos de electrónica y robótica están llamados a ser la punta de lanza del sector si quiere ser competitivo, sobre todo frente a la potencia del este asiático.
Ventajas de los proyectos de electrónica y robótica
Si algo hemos confirmado en los últimos meses es que la electrónica es una industria transversal de la que depende la evolución de muchos otros sectores. Es por eso que su productividad y capacidad para innovar e incorporar los últimos avances deben estar fuera de duda. Para hacer frente al peligro de la obsolescencia, su maquinaria debe encontrarse en la cresta de la ola, preparada para asumir encargos que plantean nuevos retos constantemente.
Por su versatilidad, la robótica colaborativa cumple estos propósitos. Mediante reconfiguraciones sencillas, un cobot puede producir adaptándose a las nuevas prestaciones de los productos electrónicos.
La mayoría de las empresas de electrónica y tecnología que emprenden proyectos de robótica con cobots suelen experimentar estos beneficios:
- Precisión para trabajar con piezas pequeñas y delicadas con un margen de error mínimo, por ejemplo, en aplicaciones de montaje y ensamblaje o en tareas de soldadura y pegado para la fijación de circuitos.
- Derivado del punto anterior, la calidad es otro de los atributos que los cobots pueden garantizar en la producción de artículos electrónicos. Además, los robots colaborativos permiten automatizar el control de calidad de los productos.
- Eficiencia productiva, que a su vez repercute en un menor desperdicio de material.
- Productividad: con procesos más flexibles y abiertos a introducir cambios sin ralentizar o interrumpir los flujos de trabajo.
El uso de la robótica en proyectos de electrónica
En Universal Robots hemos vivido de cerca proyectos de electrónica y robótica singulares llevados a cabo por empresas de todo el mundo. Los cobots pueden implicarse en muchos de los procesos que hay detrás de un dispositivo electrónico.
Así lo experimentó la compañía canadiense Paradigm Electronics. El éxito de sus altavoces de alto rendimiento provocó una acumulación de trabajo en el proceso de pulido de los equipos. Esta tarea requiere la supervisión de los empleados. Por eso la empresa necesitaba una solución que permitiera la convivencia de máquinas y operarios en el mismo espacio. Lo hizo posible el robot colaborativo UR10. El cobot contribuyó a aumentar la producción un 50% y garantizar la calidad en el acabado, ya que el brazo robótico cuenta con retroalimentación de fuerza incorporado y, por tanto, aplica la fuerza precisa en cada caso.
Los robots colaborativos también desencallaron una situación compleja en la planta de chapa e integrados de la compañía estadounidense Scott Fetzer Electrical Group. La diversidad de tareas de bajo volumen era el reto al que debía hacer frente la empresa en su intención por mejorar la competitividad. La solución vino de la mano de un cobot UR5 y un UR10 equipados con ruedas. Al llegar al trabajo, los empleados trasladan los brazos robóticos a la estación de trabajo en la que sean necesarios. Desde allí los robots pueden efectuar desde el corte inicial de la prensa de troquelado hasta la formación, plegado y montaje final de los componentes eléctricos. Gracias a ello, la producción ha aumentado un 20%.