¿Puede un robot desplazarse de forma autónoma por los campos de cultivo, detectar variedades y calidades concretas de uva y finalmente recolectarlas con la delicadeza que le pediríamos a un humano? Hace unos años el proyecto europeo Bacchus nos demostró que sí, y que el potencial de los robots para agricultura solo ha empezado a asomar la cabeza.
Bacchus está diseñado para la inspección activa y la cosecha agrícola. Para este proyecto, nuestro partner Robotnik aportó su robot móvil RB-VOGUI+ DUAL con dos brazos robóticos UR integrados. El sistema de sensores de la aplicación permite recopilar datos del entorno e inspeccionar los cultivos. Y en el momento de la recolección, entran en juego los sensores de fuerza y la precisión de los cobots. También intervienen las pinzas adaptables elaboradas con fabricación aditiva, que pueden coger las frutas sin dañarlas.
El sistema “imita la misma mecánica que realiza un operario para vendimiar: identifica el estado del cultivo y toma la mejor decisión en cada caso: cortar, recoger el racimo o esperar a que esté en su punto óptimo”, señala Ángel Soriano, doctor en Automática, Robótica e Informática Industrial y project manager del proyecto Bacchus. “Es un gran avance tanto para mejorar la productividad y la especialización como para la sostenibilidad ambiental”, añade.
De hecho, el experto afirma que la automatización en agricultura no es una novedad. En cambio, sí que es revolucionario “lo que la manipulación móvil autónoma aporta a la automatización de lo que conocemos como agricultura selectiva de alta precisión”.
Avances en robots para agricultura
Recursos como los que Bacchus puso sobre la mesa son los que están impulsando a muchas empresas del sector agrícola a automatizar las tareas más arduas y repetitivas. Son labores que en los últimos años han sufrido los estragos de la escasez de mano de obra, consecuencia de la despoblación de las zonas rurales. Los datos no dejan duda: el 42% de los municipios de España presentan riesgo de despoblación, según EPData. Y mientras zonas como Zamora han perdido un tercio de su población, otras como Baleares la han duplicado por dos.
En este contexto de abandono de los cultivos, los robots para agricultura se están erigiendo como un revulsivo. A corto plazo, para mantener la producción agrícola con la máxima eficiencia y calidad. Y, por tanto, para reforzar la competitividad de los negocios del sector agroalimentario, que por cierto representaron el 9,7 % del PIB español en 2020. A medio plazo, para atraer al campo a nuevos perfiles profesionales, por ejemplo, jóvenes especialistas en mecatrónica, algo que dinamizará las economías locales.
Según el estudio “Agtech: Market Outlook, Emerging Opportunities & Forecasts 2020-2025”, la tasa de crecimiento del sector de la tecnología digital para el sector agrícola crecerá un 150% anual en los próximos años. Estas soluciones tecnológicas incluyen robots para agricultura capaces de clasificar la cosecha, drones para vigilar los cultivos, inteligencia artificial para optimizar el riego automático o detectar los cambios meteorológicos y, claro está, robots colaborativos.
La relación entre robots colaborativos y agricultura tiene una dilatada trayectoria. Se han usado tradicionalmente en procesos de manipulación como el etiquetado, el encajado o el paletizado. No obstante, hay numerosos avances en el sector que están catapultando el estado del arte en los robots para agricultura:
- La rápida evolución de la inteligencia artificial permite al cobot detectar y distinguir objetos en caótico, aunque sean productos tan variopintos como los de una cosecha.
- La hiperespecialización de los efectores finales abre las puertas a aplicaciones capaces de salir del entorno industrial y desenvolverse al aire libre, así como de manipular la cosecha de manera adecuada.
- La creciente red de ingenierías especializadas en cobots están consolidando a expertos sobre el terreno, que conocen en profundidad la realidad de sectores concretos como el agrícola.
- La versatilidad de los cobots hace que estas soluciones se adapten a la estacionalidad agrícola: pueden reconfigurarse para manipular productos distintos en función de la época del año, lo que hace que nunca estén parados y que, por tanto, mejore el retorno de la inversión.
Por todo ello, la robótica colaborativa es ya un importante activo en el sector agrícola para lograr una mayor productividad y aprovechamiento de los recursos.