¿Está la automatización definitiva devolviendo inadvertidamente el toque humano a la manufactura?
Concebido en Siemens y formalizado por el Ministerio Federal de Educación e Investigación y el Ministerio Federal de Asuntos Económicos y Energía de Alemania, el concepto de “Industria 4.0” sigue ganando relevancia en todo el mundo. En esencia, la Industria 4.0 se refiere a fábricas que han digitalizado sus tecnologías físicas para que las plantas y los equipos puedan comunicarse entre sí a través de Internet. Las tecnologías específicas varían de una industria a otra, pero con frecuencia incluyen maquinaria conectada en red, sistemas de control, configuraciones logísticas, robots, impresoras 3D y vehículos autónomos.
El objetivo de toda esta interconexión es la comunicación máquina a máquina, lo que permite un grado sin precedentes de automatización e independencia operativa; de ahí el término “fábrica inteligente” que a menudo se utiliza para describir los entornos de la Industria 4.0.
En épocas anteriores, por supuesto, eran los seres humanos –y no los animales ni los objetos inanimados– quienes eran considerados “inteligentes”. Nuestra inteligencia nos distinguía y nos otorgaba el derecho de dominar el mundo inferior que nos rodeaba. Hoy en día, aplicamos este atributo, que alguna vez fue exclusivamente humano, a las fábricas y los equipos dentro de ellas, así como a los teléfonos móviles y a toda una gama de dispositivos, aparatos e incluso materiales que parecen capaces de “pensar” de una u otra manera.
En el ámbito de la manufactura, la llegada de equipos y sistemas “inteligentes” está generando preocupación entre los ciudadanos comunes, quienes temen ser reemplazados en sus trabajos por sistemas automatizados, y entre los políticos que los representan en el gobierno. De todas las tecnologías “inteligentes” que la gente teme, los robots –esos espejos creados por el hombre de la humanidad misma– son vistos como los más amenazantes. Parece que los robots están tomando el control.
El hecho es que, desde la perspectiva de los trabajadores de línea de producción, los robots realmente están tomando el control, ya que cada vez más empresas trabajan para crear entornos de Industria 4.0. Si observamos el panorama general, los robots y otras tecnologías de Industria 4.0 en realidad generan más empleos de los que eliminan, tal como cada revolución industrial anterior ha creado más empleos de los que ha destruido. Pero eso no ayuda mucho al trabajador de línea. Es probable que sea reemplazado, y lo sabe. Está escrito en la pared, o más bien, en el “smart board”.
Los ampliamente citados Principios de Diseño de la Industria 4.0 establecen que las máquinas deben poder comunicarse directamente entre sí, realizar tareas que los trabajadores humanos consideran desagradables, agotadoras o peligrosas, y que los sistemas ciberfísicos deben ser capaces de tomar decisiones por sí mismos y realizar el trabajo de manera lo más autónoma posible. Y ahí se pierde mucho del trabajo que antes hacían las personas y que todavía realizan en la mayoría de las fábricas alrededor del mundo.
Curiosamente, junto con la tendencia de la Industria 4.0, surge otra que, a primera vista, parecería completamente no relacionada: la demanda de los consumidores por productos y servicios más personalizados. Automóviles configurados individualmente. Jeans “Personal Pair”. Relojes hechos a mano en Detroit. Cada vez más consumidores compran productos que expresan un toque humano. Algunos de estos productos pueden ser de alta gama, donde los consumidores pagan un precio premium por la artesanía o la individualización. Otros –como las cervezas artesanales– se han vuelto tan populares que, a pesar de un precio más alto, difícilmente pueden clasificarse como productos de lujo.
Y aquí surge la primera ironía de la Industria 4.0: a menudo se requieren entornos de manufactura radicalmente automatizados y despersonalizados de Industria 4.0 para satisfacer la demanda de los consumidores de productos más personalizados. Agregar el “toque humano” involucra menos trabajadores humanos que nunca.
Los entornos de Industria 4.0 permiten a los fabricantes operar con lotes cada vez más pequeños, lo que resulta en una mayor diversidad y exclusividad de productos, percibidos por los consumidores individuales como personalización. Debido a que los sistemas de manufactura están interconectados y vinculados a los consumidores a través de Internet, la Industria 4.0 permite, por ejemplo, que los compradores de computadoras “construyan sus computadoras” en línea, ofreciéndoles el tipo de producto personalizado que demandan hoy.
Incluso después de la compra, la Industria 4.0 permite a los fabricantes de automóviles eléctricos, por ejemplo, seguir mejorando y actualizando sus productos mediante actualizaciones descargables, creando la sensación de que el automóvil responde a los deseos de su propietario, casi como un ser vivo.
En Universal Robots, creemos que la próxima fase de personalización masiva impulsada por la Industria 4.0 volverá a involucrar a trabajadores humanos trabajando personalmente en los bienes que producen. Porque, a pesar de todas sus capacidades –su velocidad, precisión y habilidad para recopilar datos–, los robots industriales y otras tecnologías de Industria 4.0 realmente no son tan “inteligentes.”
Los robots pueden hacer lo que se les ordena y recopilar datos mientras lo hacen, pero los trabajadores humanos –incluidos los trabajadores de línea de producción que los robots amenazan con reemplazar– pueden hacer mucho más. Los trabajadores humanos entienden los procesos, la artesanía y las necesidades y deseos de los consumidores de maneras que los robots nunca podrán. Por ejemplo, pueden usar su sentido estético para juzgar trabajos de acabado y su creatividad para idear mejoras. Los robots no tienen un sentido estético ni poseen creatividad. Sin embargo, estos son exactamente los valores –valores humanos– que los consumidores de hoy anhelan.
Esta es una de las razones por las que Universal Robots ha apostado por la robótica colaborativa, donde los “cobots” no sirven como reemplazos humanos, sino como herramientas en manos de los trabajadores humanos. Creemos que la Industria 4.0 está preparando el escenario no para el reemplazo de los trabajadores de fábrica por máquinas, sino para el regreso de los seres humanos como una fuerza indispensable en la manufactura global.
En otras palabras, creemos que la Industria 4.0 –al menos como plataforma de automatización– eventualmente será su propia ruina. Y esa es la segunda y mayor ironía de la Industria 4.0.